El domingo 26 de junio de 2016 se celebrarán elecciones generales en España. Serán las decimoterceras desde la transición a la democracia y las segundas con Felipe VI como rey. Los 36 518 100 ciudadanos con derecho al voto, 34 597 844 residentes en el país y 1 920 256 en el extranjero,2 serán llamados a decidir la renovación de 558 de los 616 escaños que conforman las Cortes Generales: los 350 del Congreso de los Diputados y los 208 de elección directa del Senado. Tras estas elecciones comenzará la xii legislatura de las Cortes Generales.
El lunes 2 de mayo de 2016, a las 24:00 horas, las Cortes Generales quedaron automáticamente disueltas por mandato constitucional tras no haber otorgado el Congreso de los Diputados la confianza a ningún presidenciable en los dos meses posteriores a la primera votación de investidura, dando fin a la xi legislatura, la más corta de la historia reciente de España.5 6 En la mañana del 3 fueron convocados los comicios por el rey, con el refrendo del presidente del Congreso de los Diputados, Patxi López, mediante la expedición del real decreto de disolución de las Cortes Generales y convocatoria de elecciones, que entró en vigor ese mismo día mediante su publicación en el Boletín Oficial del Estado.7 Supone la primera vez en democracia en que se convocan unos comicios por la vía del artículo 99.5 de la Constitución.n
Algunos dirigentes políticos ya vaticinaban antes del 20-D que, si tras aquellas elecciones no se conseguía formar Gobierno, en lo que ya se presumía que sería el Parlamento más fragmentado de la democracia tras el fin de las mayorías absolutas en España, mucho más difícil sería constituirlo tras unos nuevos comicios. Que son los que se celebran hoy. Las posiciones de los cuatro principales candidatos, efectivamente, no han hecho sino encastillarse. Mariano Rajoy sólo mira a Pedro Sánchez y a Albert Rivera, para que la alianza de los partidos “constitucionalistas” forje un gobierno estable que no ponga en riesgo ni la incipiente recuperación económica ni la unidad de España. Ni añada incertidumbre al tsunami provocado por el Brexit.
Pedro Sánchez está también, por su parte, de nuevo al borde del precipicio. En el PSOE ya asumen que todos los escenarios que se puedan plantear serán “un problema o un problemón”. El gran objetivo es evitar el sorpasso de Podemos que han pronosticado todas las encuestas. Y, a la espera de que el escrutinio de las urnas resuelva la incógnita, Sánchez se limita a tener tendida su mano, otra vez, a Ciudadanos y a Podemos. Pablo Iglesias, ahora reforzado por Alberto Garzón además de todas sus mareas y confluencias, intenta de nuevo el “asalto a los cielos” para encabezar un gobierno de izquierdas que habría de estar sostenido por el PSOE, algo que muchos socialistas rechazan de plano. Y Albert Rivera, el cuarto en discordia, sigue mirando al PP y al PSOE.
La cuestión, como ya ocurrió tras el 20-D, es que ningún candidato acepta las ecuaciones de gobierno que plantean los otros. Y, de nuevo, todos rechazan que, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, haya que convocar unas terceras elecciones generales antes de que acabe este incierto 2016. Pero también lo rechazaban tras el 20-D, y se ha llegado hoy al 26-J. Las presiones por tierra, mar y aire para que no haya terceras elecciones serán esta vez, eso sí, aún más fuertes. Un censo de 36,5 millones de electores tienen hoy la palabra.
A partir de esta noche, la única fecha fijada de antemano en el calendario –además de la visita de Barack Obama a la Moncloa el 11 de julio– es la del 19 de julio. Cae en martes, y a las 10 de la mañana arrancarán las sesiones constitutivas del Congreso y Senado, según el real decreto que firmó el Rey el 3 de mayo, cuando disolvió las Cortes de la pasada, y fallida, legislatura. En dichas sesiones parlamentarias se elegirán a los presidentes y las mesas de ambas cámaras. Y, de nuevo, la única hoja de ruta a seguir será la que determina el artículo 99 de la Constitución de 1978.
Es decir, otra vez el Rey, previa consulta con los representantes de los grupos parlamentarios ya formados, propondrá un candidato a la presidencia del Gobierno. Y, si existe, el aspirante se presentará a la sesión de investidura para solicitar la confianza de la Cámara. Tendrá dos oportunidades: en primera votación por mayoría absoluta y, si no lo logra, 48 horas después en segunda votación por mayoría simple. Pese a que la pasada legislatura ya reveló las lagunas a este respecto de la Constitución, la situación es la misma. Esto es, el reloj sólo se pondrá en marcha a partir de la primera votación y, si nadie consigue ser presidente, dos meses después se volverían a convocar nuevas elecciones.